LA GOTA GORDA

31 de julio.

Ud ya sabe lo que pasa cada 31 de julio.

Nos cagamos de frío.

y como si eso no fuera suficientemente malo, además, yo publico una porquería y ud pierde su valioso tiempo leyéndola hasta el final para concluir que debió hacer algo mejor como, por ejemplo, construir una casita con plasticola y fósforos quemados.

Este año no es la excepción. La única diferencia es que tengo menos y tengo más.
Tengo menos pelo y tengo más panza.

Con el objeto de solucionar uno de los dos problemas que me aquejan decidí probar con el renombrado “Spinning”
Actividad que ejercita casi la totalidad de los músculos del cuerpo, quema grasas, mejora la respiración…y, al menos en el gimnasio al que concurro, es practicada en su inmensa mayoría por señoritas.
Interesante.

Casi sin querer me ubiqué estratégicamente detrás de la dama más hermosa del salón. Una rubia angelical con lolas hechas y una calza que me hacía recordar las clases de body painting (ya contaré sobre eso).

Imagine, querido lector, la situación: una de las más bellas mujeres que yo había visto en muchísimo tiempo, ataviada con una indumentaria de algodón y lycra que le marcaba hasta los lunares, pedaleando a escasos 40 cm de mi rostro; para mejor, en determinado momento (más de uno) la rutina exige que nos paremos sobre los pedales o, incluso, que adoptemos una posición que – rústicamente - llamare "de 90º ”
No necesito ser más explícito.

Esta primera clase era un mar de promesas

El tema es que no soy muy buen nadador.

A los 10 minutos de pedaleo constante yo ya no veía a la rubia, no veía a la instructora y apenas podía mantenerme consciente.
Con la vista nublada y la boca seca todos mis sentidos se concentraron en evitarme el desmayo.
Mi única preocupación era lograr respirar para lo cual abría la boca como pez fuera del agua.
El “pun chi pun” de la música electrónica con la cual suelen musicalizar esta actividad fue reemplazado por el BUM BUM BUM de mi corazón, único sonido que escuchaba en mi adormecido cerebro.
Sobreviví.
Apenas.

Lejos de alegrarme, debí tomar como una señal la apnea inicial.
Quien me conoce sabe que soy un poquitín orgulloso…nada…apenas…una cosita.
Y si 15 mujeres pueden pedalear a ritmo sostenido casi sin apoyar el traste en la bici durante una hora corrida, cómo diablos no iba a poder yo ?!

Dos días sin poder caminar.

La extensión completa de la pierna era una utopía, los calambres nocturnos una realidad.

Para la segunda clase (que tomé a los 10 días de la primera) bien podrían haberme puesto, en lugar de la bici fija, una playera de paseo porque debo haber levantado el culo del asiento un par de veces, no más y mi ritmo de pedaleo fue idéntico al braceo del gatito de la fortuna.

Terminé el mes y me despedí para no volver.

Un par de conclusiones:

- Te das cuenta que estas viejo cuando miras a tu alrededor y sos el más grande del gimnasio, incluso, que el propio dueño.

- Si es verdad que los músculos tienen memoria…los míos padecen de amnesia.

- Ser instructor de un gym es uno de los trabajos más piola del universo. No debería llamarse “trabajo”

- Todas y cada una de las máquinas del gimnasio son herramientas de tortura.
Excepto que haya una señorita sobre ellas. Ahí se convierten en aparatos de lujuria.
Es automático.

- Los instructores se quejan porque es de naturaleza humana hacerlo, de lo contrario, deberían agradecer de rodillas a Yisus todos y cada uno de los días de su existencia.

- La más bella y mejor dotada de las señoritas pierde encanto si su calza revela la línea de transpiración de sus nalgas.

- Esta científicamente comprobado que el individuo promedio puede levantar hasta 10 kg más de lo habitual si hay una señorita mirándolo.

- En el vestuario del gimnasio sólo se deben hablar de tres cosas: dinero, fútbol y mujeres. Exagerar acerca del dinero, hacer creer que sabe mucho de fútbol e inventar historias con mujeres.

Listo
Hasta el año que viene

Todavía están ahí ?

MIB: la tira - 23